Piel sana

Los omega-3 ayudan a mantener una piel sana. Sus beneficios afectan tanto a las pieles secas como a las que envejecen prematuramente. Además, estos ácidos grasos mejoran el estado del cabello quebradizo o reseco.

E incluso en el caso de enfermedades como la dermatitis y la psoriasis, en las que se altera la composición del sebo, un aporte correcto de omega-3 ayuda a restablecer las proporciones correctas entre los distintos ácidos grasos, que garantizan la integridad y funcionalidad del epitelio.

 

 

 

 

Supuestos del Norte

El descubrimiento de estas propiedades se inició paralelamente al de los beneficios para la salud cardiovascular del Omega-3 en los esquimales, grandes consumidores de pescado que contiene grandes cantidades de estos ácidos grasos.

De hecho, cuando estas poblaciones empezaron a emigrar a los países industrializados, donde abandonaron sus hábitos alimentarios saludables, no sólo aumentó su riesgo cardiovascular, sino también la incidencia de ciertas enfermedades cutáneas muy poco frecuentes en los esquimales, la dermatitis atópica y la psoriasis.

Estas observaciones concuerdan con el hecho de que los Omega-3 son componentes fundamentales de las membranas biológicas y del tejido epitelial. Además, estos ácidos grasos esenciales también participan en la formación de la película hidrolipídica producida en la piel y el cuero cabelludo por las glándulas sebáceas y sudoríparas.

Por último, la falta de ácidos grasos insaturados puede aumentar la pérdida de agua a través de la epidermis y favorecer la sequedad cutánea, el acné y los eczemas, la caspa y las uñas quebradizas. Un nivel bajo de ácidos grasos también hace que el pelo se vuelva quebradizo y sin brillo, y unos niveles por debajo de lo óptimo de estas moléculas predisponen generalmente al desarrollo de alergias.

 

 

 

 

Psoriasis, un caso bien conocido

Un caso muy estudiado es el de la psoriasis. Ya en 1998, investigadores de la Universidad Justus Liebig de Giessen (Alemania) demostraron la eficacia de la administración de Omega-3 en el tratamiento de una forma crónica de esta enfermedad, caracterizada por la presencia de placas.

Más recientemente, un análisis publicado en el British Journal of Dermatology reveló que una dieta rica en omega-3 procedente del aceite de pescado modifica el metabolismo de los ácidos grasos poliinsaturados e influye en sus concentraciones. El resultado de estos cambios es la supresión de los procesos inflamatorios asociados a la psoriasis.