
Alzheimer, Omega 3 para la prevención en caso de predisposición genética

La predisposición genética al Alzheimer debida al gen APOE*E4 puede combatirse con Omega 3. Así lo sugiere un estudio publicado en JAMA Network Open por un grupo de investigadores dirigido por Lynne H. Shinto, experta del NIA-Layton Aging and Alzheimer's Disease Center de la Oregon Health & Science University de Portland (EE UU). Según Gene Bowman, coordinador del estudio y ahora en plantilla de la Facultad de Medicina de Harvard (Boston), "se trata del primer estudio sobre prevención de la demencia que, utilizando herramientas modernas de prevención, como análisis de sangre y escáneres cerebrales, ha identificado no sólo a las personas con alto riesgo de demencia, sino también a las que más se benefician de una intervención nutricional específica".
¿Puedeel aceite de pescado -una de las mejores fuentes de Omega 3 biológicamente activo: EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico)- mejorar realmente la función cerebral de quienes tienen problemas de memoria? Las pistas sobre su utilidad no faltan y cualquier duda puede desaparecer si nos centramos en las personas genéticamente predispuestas a desarrollar Alzheimer. En concreto, el Omega 3 del aceite de pescado sería útil para las personas mayores portadoras del gen APOE*E4, que aumenta el riesgo de que se les diagnostique la enfermedad.
El estudio que lo sugiere se llevó a cabo en la Oregon Health & Science University entre 2014 y 2019, pero el análisis de los datos no se completó hasta 2022 y los resultados se publicaron en 2024. Al inicio de la investigación, los individuos implicados tenían todos al menos 75 años, presentaban niveles sanguíneos de Omega 3 inferiores al 5,5 por ciento en peso y lesiones cerebrales de sustancia blanca de al menos 5 cm3 de tamaño. Tales lesiones pueden afectar al suministro de nutrientes al cerebro, lo que aumenta el riesgo de demencia. En esta fase inicial, sin embargo, ningún participante presentaba signos o síntomas de demencia.
Los 102 individuos implicados se sometieron a resonancias magnéticas cerebrales al inicio del estudio y tres años después; esto permitió evaluar la progresión de las lesiones de la sustancia blanca. Mientras tanto, sólo la mitad de ellos tomaron un aceite de pescado rico en Omega 3 (975 mg de EPA y 650 mg de DHA), mientras que los demás tomaron un placebo a base de aceite de soja. Las resonancias magnéticas revelaron una ligera ralentización de la progresión de las lesiones entre los que habían tomado Omega 3; sin embargo, la diferencia con respecto a los que habían tomado aceite de soja no parecía significativa.
El efecto realmente interesante resultó ser otro: entre los portadores de APOE*E4, el aceite de pescado había reducido en gran medida el daño de las células cerebrales ya después de un año de ingesta, con una diferencia significativa respecto a la observada entre los que habían tomado aceite de soja. Este efecto, comentó Bowman, "es notable y justifica un futuro estudio clínico más amplio en poblaciones más diversas".
¿Quién tiene más riesgo de padecer Alzheimer?
El Alzheimer es la forma más común de demencia. Es una enfermedad neurodegenerativa causada por la muerte de neuronas para la que actualmente no existe cura, por lo que cualquier estrategia que ayude a prevenirla eficazmente es importante y bienvenida.
Los factores que favorecen su aparición son más de uno. El más significativo es sin duda la edad: a partir de los 65 años, la prevalencia de la enfermedad se duplica cada cinco años. Otros factores de riesgo importantes son las enfermedades cardiovasculares, la obesidad y la diabetes; también parecen entrar en juego el tabaquismo y unos niveles de homocisteína por encima de lo normal.
Todos los mencionados hasta ahora son factores modificables. Sin embargo, otras características que predisponen a la aparición del Alzheimer no pueden modificarse. Entre ellas se encuentra la genética.
De hecho, el Alzheimer tiene carácter hereditario. Tener un familiar de primer grado afectado por la enfermedad aumenta el riesgo de desarrollarla entre un 10 y un 30%; en el caso de tener 2 o más hermanos con una forma de Alzheimer de inicio tardío (es decir, que aparece después de los 65 años), el riesgo es 3 veces mayor que en la población general. También existen pruebas genéticas para evaluar la susceptibilidad al Alzheimer. Pero, ¿cómo se transmite genéticamente la enfermedad? Hay varios casos en los que los genes entran en juego.
La primera es la trisomía 21 (también conocida como síndrome de Down), en la que la presencia de una copia extra del cromosoma 21 se corresponde con la presencia de una copia extra del gen APP (proteína precursora de amiloide). Este último aumenta la producción de la proteína beta-amiloide asociada a la enfermedad.
También existen formas hereditarias de Alzheimer debidas a mutaciones. Puede haber tres genes implicados: PSEN1 (Presenilina 1) en el cromosoma 14, PSEN 2 (Presenilina 2) en el cromosoma 1 -ambos responsables de la agregación de proteínas beta-amiloides en el cerebro- o, de nuevo, APP. Las versiones mutadas asociadas al Alzheimer son raras y responsables del 5-10% de los casos, pero dan lugar a formas precoces.
Las variantes del gen SORT1 (Sortilin 1) también se han asociado a la enfermedad de Alzheimer. El proceso en el que interfieren es el transporte del producto génico APP.
Por último, la variante E4 del gen APOE (APOE*E4) es un factor de riesgo significativo para las formas de aparición tardía de la enfermedad de Alzheimer. La APOE (apolipoproteína E) es un regulador del metabolismo lipídico caracterizado por una gran afinidad por la proteína beta-amiloide. Los portadores de una copia de la variante APOE*E4 tienen un riesgo 3 veces mayor de desarrollar Alzheimer que la población general, y para los que tienen 2 copias el riesgo aumenta hasta 15 veces.
En los portadores de APOE*E4, los cambios microestructurales de la sustancia blanca asociados a la disminución de la capacidad cognitiva son claramente visibles con las técnicas utilizadas por Shinto y sus colegas. Por otra parte, cuando el Omega 3 está presente en la sangre en concentraciones elevadas, se reduce el riesgo de lesiones de la sustancia blanca en los ancianos. "Las concentraciones plasmáticas de Omega 3 superiores a 11,0 mg/dL", explican Shinto y sus colegas en las páginas de JAMA Open Network, "se asocian con un menor deterioro de la función ejecutiva dependiente de las lesiones de la sustancia blanca en los ancianos sin demencia, y clínicamente se ha demostrado que 1,65 g diarios de Omega 3 eliminan este hipotético umbral neuroprotector en las formas leves a moderadas de la enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, decidimos inscribir a ancianos con lesiones de sustancia blanca y niveles de Omega 3 subóptimos para ver si el tratamiento con Omega 3 podía prevenir la progresión de las lesiones de sustancia blanca y la pérdida de integridad neuronal".
Omega 3: aliados del cerebro a cualquier edad
Ya no hay ninguna duda sobre el papel del Omega 3 como aliado del cerebro. Prueba de ello es que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (Efsa) ha autorizado la declaración de que, en concreto, "el DHA contribuye al mantenimiento de la función cerebral normal". Ningún fabricante de complementos alimenticios puede poner una declaración de este tipo en el envase sin autorización previa, lo que significa que, en el caso del Omega 3, hay suficientes pruebas de sus beneficios para el cerebro como para estar seguros de las ventajas de tomarlo.
Estos beneficios no conocen edad y comienzan en el vientre materno, hasta el punto de que, además de la ya mencionada, existe otra afirmación autorizada por la Efsa: "la ingesta de DHA por parte de la madre contribuye al desarrollo cerebral normal del feto y del bebé amamantado".
Sin embargo, este estudio pone de relieve cómo algunos efectos más específicos podrían afectar a subgrupos de población. En el caso de la prevención del Alzheimer, la predisposición genética a desarrollar la enfermedad podría ser la condición en la que resulta realmente beneficioso aumentar la ingesta de EPA y DHA tomando suplementos de Omega 3 altamente concentrados. Por otra parte, los autores de este estudio subrayan que la inclusión de un mayor número de individuos en los ensayos podría redundar en beneficios significativos para toda la población.
Por último, el trabajo de Shinto y sus colegas subraya cómo la composición específica del suplemento también puede marcar la diferencia en los beneficios que se pueden obtener de su ingesta. Estudios anteriores con DHA solo o con dosis más elevadas de DHA que de EPA no habían encontrado ningún beneficio en términos de prevención de la enfermedad de Alzheimer. Por otra parte, la ingesta de DHA solo se ha asociado a una ralentización de la progresión de la enfermedad en individuos que no son portadores del gen APOE*E4. Todo ello sugiere que las fórmulas más ricas en EPA podrían ser útiles para prevenir el Alzheimer en ancianos portadores del gen APOE*E4 que aún no han mostrado signos de demencia y sin lesiones en la sustancia blanca, mientras que las fórmulas más ricas en DHA podrían ser útiles en personas no portadoras de APOE*E4 pero con formas leves a moderadas de Alzheimer ya diagnosticadas.
"Las dosis diarias utilizadas en los estudios varían de 0,650 a 2 gramos para el DHA y de 0 a 0,975 gramos para el EPA", señalan finalmente Shinto y sus colegas, que añaden que "la duración del tratamiento varía de 6 meses a 3 años". Dada esta gran heterogeneidad de los protocolos de tratamiento, sólo nuevos estudios permitirán extraer conclusiones definitivas sobre la estrategia de suplementación más adecuada para la prevención en función de las características individuales.
Referencias bibliográficas:
Comunidad Europea. Base de datos del portal de información sobre alimentos and piensos. Última consulta 09/12/24
Kumar A, Sidhu J, Lui F, et al. Enfermedad de Alzheimer. [Actualizado 2024 Feb 12]. En: StatPearls [Internet]. Treasure Island (FL): StatPearls Publishing; 2024 Ene-. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK499922/.
Science Daily. Un estudio examina el efecto del aceite de pescado en el cerebro de los adultos mayores. 1 de agosto de 2024.
Shinto LH, Murchison CF, Silbert LC, Dodge HH, Lahna D, Rooney W, Kaye J, Quinn JF, Bowman GL. ω-3 PUFA for Secondary Prevention of White Matter Lesions and Neuronal Integrity Breakdown in Older Adults: A Randomized Clinical Trial. JAMA Netw Open. 2024 Aug 1;7(8):e2426872. doi: 10.1001/jamanetworkopen.2024.26872