Antienvejecimiento

Capacidades cognitivas en la tercera edad: el omega-3 ayuda a mantener la inteligencia fluida

El omega 3 mejora la capacidad cognitiva y la inteligencia de las personas mayores



Los ácidos grasos omega-3 son esenciales para el mantenimiento de la salud cerebral y de la llamada inteligencia fluida, es decir, la capacidad del cerebro para enfrentarse a situaciones nuevas independientemente de los conocimientos ya adquiridos. En concreto, las concentraciones elevadas de ALA (ácido alfa linolénico), SDA (ácido estearidónico) y ETE (ácido eicosatrienoico) están relacionadas con una mejora de la inteligencia fluida y un aumento del volumen de la región cerebral implicada en esta función, lo que confirma cómo el deterioro cognitivo en la vejez también depende del estado nutricional.

Así lo han demostrado investigadores de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, en un estudio publicado en la revista Nutritional Neuroscience en los últimos meses.



Los omega-3 protegen las capacidades cognitivas



Numerosas pruebas científicas demuestran que los ácidos grasos poliinsaturados tienen efectos protectores sobre el cerebro durante el envejecimiento. En particular, se sabe que los omega-3 están presentes en grandes cantidades en las membranas de las neuronas, donde contribuyen a su integridad estructural, regulan su fluidez y la producción de neurotransmisores y neuropéptidos, las sustancias responsables del transporte de información entre las células del sistema nervioso. El consumo elevado de omega-3 se ha relacionado con un mejor rendimiento de la memoria y con un menor riesgo de demencia en las personas mayores.


Estudios recientes también han demostrado que el declive de la inteligencia fluida, uno de los aspectos más debilitantes del envejecimiento cognitivo, está relacionado con los niveles de ácidos grasos omega-3 en sangre. La inteligencia fluida es la capacidad del cerebro para enfrentarse a situaciones nuevas. Es diferente de la inteligencia cristalizada, es decir, todos los conocimientos y experiencias adquiridos previamente. Una disminución de la inteligencia fluida es un indicio de una menor capacidad para adquirir nuevas habilidades, y se debe al deterioro de un sistema de neuronas que proporciona apoyo para nuevos aprendizajes. De hecho, la inteligencia fluida está vinculada a una zona concreta del cerebro denominada corteza frontoparietal (CPF). 


Actualmente se conoce la relación entre la capacidad cognitiva y el nivel de los omega-3 EPA y DHA, mientras que pocos estudios han evaluado si las concentraciones de sus precursores y otros omega-3, como el ALA (ácido alfa-linolénico), el SDA (ácido estaeridónico) y el ETE (ácido eicosatrienoico), están implicados en este efecto protector. Del mismo modo, la concentración de EPA, DHA se ha asociado a un mejor rendimiento en pruebas cognitivas en adultos mayores; pero la de otros omega-3 se ha examinado poco. Las pruebas científicas han revelado que las cantidades plasmáticas de ALA están relacionadas con el riesgo de demencia. El declive de la inteligencia fluida es una característica clave de los cambios cognitivos que preceden a la demencia, por lo que el ALA y sus derivados, incluidos el SDA y el ETE, podrían ser moléculas señal del estado de la inteligencia fluida. Al igual que el EPA y el DHA, el cuerpo humano también puede sintetizar el SDA y el ETE a partir del ácido alfa linoleico.



Los omega-3 ALA, ETE y SDA protegen la inteligencia fluida



En este nuevo estudio, los investigadores estudiaron la relación entre el mantenimiento de las capacidades cognitivas y los omega-3, que pueden actuar sobre aspectos concretos de la salud cerebral, como la capacidad de adquirir nuevos conocimientos e información. Los análisis revelaron que los niveles de ácido alfa-linolénico, ácido estearidónico y ácido eicosatrienoico estaban relacionados con la inteligencia fluida y el volumen total del CVT, lo que sugiere que los ácidos grasos son capaces de preservar esta capacidad cognitiva manteniendo intacta la estructura de la corteza cerebral en ancianos sanos. Estos resultados sugieren que algunos omega-3 poco estudiados tienen efectos importantes sobre la salud mental, independientemente de su papel en la vía que conduce al EPA y al DHA. De hecho, el ALA siempre ha sido considerado poco influyente por los investigadores debido a su escasa capacidad para formar EPA y DHA; su tasa de conversión es baja y puede verse aún más reducida por un nivel excesivo de grasas saturadas en la dieta, una característica común de los patrones dietéticos occidentales. Un estudio suizo de 1998 sobre el tema concluyó que con una dieta rica en grasas saturadas, la conversión de ALA en sus derivados es de alrededor del 6% para el EPA y del 3,8% para el DHA, y que con una dieta también rica en omega-6, la conversión se reduce hasta en un 40-50%.



Algunos detalles del estudio


En el transcurso de la investigación, científicos estadounidenses seleccionaron a 122 adultos cognitivamente sanos de entre 65 y 75 años, 100 de los cuales participaron en el estudio. A cada uno se le midieron los niveles en sangre de varios omega-3. La inteligencia fluida y otras capacidades se estimaron mediante pruebas cognitivas específicas. El volumen de la corteza cerebral se evaluó mediante resonancia magnética. Mediante un análisis estadístico adecuado, se correlacionaron todos los datos recogidos, teniendo en cuenta la edad, el sexo, la educación y el índice de masa corporal de cada sujeto. Los resultados revelaron que los individuos que tenían concentraciones sanguíneas más elevadas de ALA, SDA y ETE obtenían mejores resultados en las pruebas cognitivas y mostraban un mayor volumen de CVT, lo que sugiere una relación entre estos tres parámetros.


Los resultados allanan el camino para nuevas investigaciones


Según los científicos que llevaron a cabo la investigación, sus hallazgos identifican ciertos omega-3 vinculados a las capacidades cognitivas, y una nueva relación entre éstos, la estructura cerebral y la inteligencia fluida. Las investigaciones futuras tendrán que comprender si las moléculas son neuroprotectoras como tales, o si sus niveles elevados son un signo de una mayor conversión de EPA a DHA. De hecho, el DHA puede convertirse en EPA de forma más eficaz que el ALA. En cualquier caso, los resultados del estudio confirman que el deterioro cognitivo relacionado con la edad no sólo depende de la degeneración cerebral, sino también del estado nutricional; ALA, SDA y ETE son ácidos grasos que se encuentran en diversos alimentos de origen animal (pescado) y vegetal (semillas oleaginosas, frutos secos).



Fuente: Zamroziewicz MK , Paul EJ , Zwilling CE , Barbey AK . "Determinantes de la inteligencia fluida en el envejecimiento saludable: estado de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 and estructura de la corteza frontoparietal" 2017 mayo 11:1-10. Neurociencia nutricional.