Bebés y niños

TDAH Trastorno por déficit de atención con hiperactividad: los beneficios del omega-3 para los niños

Omega 3 para la infancia: ¿qué beneficios tiene en caso de déficit de atención o hiperactividad?

 

Un niño por cada clase de 25 alumnos: ésta es la frecuencia del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad(TDAH) en la población infantil en Italia. Esta cifra ha sido comunicada por el Istituto Superiore di Sanità (ISS), citando las Directrices publicadas en 2002 por la Sociedad Italiana de Neuropsiquiatría de la Infancia y la Adolescencia (SINPIA).


Hasta la fecha, el manejo de este síndrome se basa en tratamientos farmacológicos y enfoques psicológicos específicos. Actualmente también se reconoce la importancia de un apoyo adecuado y de la implicación de padres y profesores. En cambio, se presta menos atención al papel potencial de la nutrición, que debe cuidarse para evitar las deficiencias nutricionales que suelen asociarse al TDAH.


Entre los nutrientes que hay que vigilar están los Omega 3. De hecho, elÍndice HS-Omega-3® (un indicador de los niveles de Omega 3 en sangre) está asociado a las capacidades de autorregulación conductual y cognitiva implicadas en las propias manifestaciones del TDAH. No sólo eso, también existe una asociación entre el diagnóstico de TDAH y la deficiencia de Omega 3.


Descubramos por qué asegurar una ingesta adecuada de estas grasas esenciales para los niños y jóvenes que padecen este síndrome.

 


Omega 3, aliados del cerebro 

Merece la pena analizar más detenidamente por qué el Omega 3 puede considerarse un verdadero aliado para el buen funcionamiento del cerebro y el sistema nervioso. No faltan pruebas que apoyen esta afirmación, hasta el punto de que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) autorizó hace algún tiempo la declaración de propiedades saludables de que el DHA (o ácido docosahexaenoico, es decir, uno de los Omega 3 biológicamente activos) contribuye al funcionamiento normal del cerebro.

Los beneficios a este respecto comienzan ya durante la gestación. Por eso, los ingredientes de los suplementos recomendados para las mujeres embarazadas incluyen también DHA: durante el embarazo, sus necesidades diarias aumentan considerablemente (+ 100-200 mg además de los 250 mg de DHA + EPA -ácido eciosapentaenoico, el otro Omega 3 biológicamente activo- que necesita normalmente una mujer en edad fértil) y este aumento de las necesidades refleja las necesidades del feto, que -como certifica una vez más la EFSA- también lo utiliza para desarrollar su sistema nervioso.

Los lactantes también hacen lo mismo. Por ello, la necesidad de DHA también ha aumentado en las mujeres lactantes (+ 100-200 mg al día) y, de hecho, en los bebés (+ 100 mg al día). Pero el papel de los Omega 3 tampoco termina con el fin de la lactancia; en niños mayores y adolescentes, estas grasas poliinsaturadas siguen siendo importantes tanto para garantizar unas buenas funciones cognitivas como en términos de comportamiento.


  • En la edad preescolar, estas grasas poliinsaturadas permiten que el cerebro funcione a pleno rendimiento. En un ensayo controlado aleatorizado publicado en 2008 en Clinical Pediatrics por dos expertos en Omega 3 (Alan Ryan y Edward Nelson), se compararon los resultados de pruebas cognitivas de niños de cuatro años que habían tomado 400 mg de DHA o un placebo durante cuatro meses con los niveles sanguíneos de este Omega 3. Resultó que las concentraciones sanguíneas más elevadas de DHA se correspondían con mejores resultados en las pruebas que evaluaban el cociente léxico, es decir, la capacidad de comprensión y la adquisición de vocabulario.
  •  En la edad escolar, las deficiencias de Omega 3 se asocian a un comportamiento antisocial.
  • Durante lapreadolescencia yla adolescencia, la ingesta de Omega 3 se ha asociado a una mejora del comportamiento. Véase, a este respecto, el estudio publicado en el British Journal of Nutrition en 2016 por un grupo de investigadores de la Universidad de Oxford que hicieron tomar a jóvenes de 13 a 16 años un placebo o un suplemento que contenía EPA (165 mg) y DHA (116 mg) durante 12 semanas y compararon su comportamiento con el de compañeros a los que se había administrado un placebo durante el mismo tiempo.

 

La literatura científica sugiere, por tanto, que el Omega 3 contribuye al mejor desarrollo cerebral, cognitivo y conductual posible.

 


TDAH: ¿Qué es?

El hecho de que las deficiencias de Omega 3 estén asociadas con el TDAH apoya aún más la creencia de que una ingesta adecuada de estos nutrientes es crucial para el correcto desarrollo y funcionamiento del cerebro.

De hecho, como ya se ha mencionado, este síndrome se asocia a un deterioro de las capacidades de autorregulación conductual y cognitiva. En consecuencia, quienes padecen TDAH tienen que lidiar con niveles de hiperactividad, impulsividad e incapacidad para prestar atención que no son congruentes con su edad.

Según el DSM 5 ( Manual diagnóstico and estadístico de los trastornos mentales) de laAsociación Americana de Psiquiatría, existen tres subtipos de TDAH: uno en el que predomina el trastorno por déficit de atención; otro en el que predomina el trastorno por hiperactividad; y otro en el que se combinan ambos trastornos.

Los síntomas, que generalmente se manifiestan antes de los 12 años y pueden persistir (aunque con más matices) en la edad adulta, incluyen:


  • falta de atención;
  • falta de concentración;
  • desorganización;
  • dificultad para completar las tareas;
  • olvido;
  • tendencia a perder objetos;
  • comportamiento de oposición-provocación.


La sintomatología interfiere significativamente en la calidad de vida y se manifiesta en más de un contexto, por ejemplo, tanto en casa como en la escuela, o en la escuela y durante las actividades extraescolares. Subyacen a ella tanto factores genéticos como un componente medioambiental. A este último contribuyen las infecciones víricas, el consumo de tabaco y alcohol durante el embarazo y las deficiencias nutricionales.

 


Tratamiento y control del TDAH: el papel del Omega 3

El tratamiento farmacológico se considera la piedra angular del tratamiento del TDAH. Los principios activos utilizados pueden ser estimulantes que modulan la acción de la dopamina (anfetaminas y metilfenidato) o no estimulantes (antidepresivos y alfa-agonistas).

Los estimulantes son eficaces en aproximadamente el 70% de los pacientes. Sin embargo, por desgracia, están asociados al riesgo de adicción y a otros efectos indeseables (alteración de la tensión arterial, disminución del apetito, falta de sueño, aumento de los tics en los enfermos) y no están exentos de contraindicaciones (en particular, pueden no ser adecuados en casos de epilepsia).


Los antidepresivos pueden ser una alternativa viable para los niños que no toleran los estimulantes. Los alfa-agonistas, por su parte, se asocian a diversos efectos secundarios cardiovasculares.


El ISS subraya que"la terapia farmacológica sólo debe emprenderse si está indicada por un neuropsiquiatra infantil, de acuerdo con las pruebas reconocidas por la comunidad internacional y teniendo en cuenta los aspectos psicológicos y sociales del niño y su familia". No sólo eso, el mismo instituto subraya la importancia de incluir en el programa de tratamiento"asesoramiento y apoyo a padres y profesores, así como intervenciones psicológicas específicas".


En este contexto una ingesta adecuada de Omega 3 en forma de complementos alimenticios podría representar un valioso apoyo a las terapias farmacológicas tradicionales.Precisamente por su importancia para la función cerebral, su vínculo con las capacidades de autorregulación conductual y cognitiva y la asociación entre su deficiencia y el TDAH.


Estudios más recientes sugieren que también pueden ser útiles como monoterapia, pero esta hipótesis aún necesita confirmación. Lo que los expertos se apresuraron a decir hace varios años es que"dado su perfil de efectos secundarios relativamente benigno y las pruebas de eficacia moderada, puede ser razonable utilizar los suplementos de Omega 3 como complemento de los tratamientos farmacológicos tradicionales o, en el caso de las familias, para rechazar otras intervenciones psicofarmacológicas".


La decisión última a este respecto corresponde al psiquiatra que trata al paciente. Sin embargo, en lo que respecta al nutricionista, de lo que parece haber pocas dudas es de que, al igual que las deficiencias nutricionales pueden contribuir a la génesis de este síndrome, una intervención nutricional dirigida a garantizar una ingesta adecuada de Omega 3 puede ayudar a controlarlo.


Si le interesan estos y otros beneficios del DHA y el EPA en la infancia, no se pierda el episodio 5 de "Perlas del Bienestar", el podcast sobre el mundo del Omega 3 producido por Omegor. Se titula "Crecer sanos" y puede escucharlo aquí.

 

 

Referencias bibliográficas



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Roach LA et al. Effect of Omega-3 Supplementation on Self-Regulation in Typically Developing Preschool-Aged Children: Results of the Omega Kid Pilot Study-A Randomised, Double-Blind, Placebo-Controlled Trial. Nutrients. 2021 Oct; 13(10): 3561. doi: 10.3390/nu13103561 


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