Diabetes

Diabetes tipo 1: la lactancia materna ayuda a prevenirla gracias a la acción protectora del omega-3

Lactancia: la leche materna rica en Omega 3 ayuda a prevenir la diabetes tipo 1

Unas cantidades elevadas de omega-3 en la sangre pueden reducir el riesgo de diabetes de tipo 1 en los niños. El mismo efecto protector se produce con la lactancia materna, que permite que el EPA y el DHA pasen de la leche materna al lactante. La acción de los omega-3 por su capacidad de prevenir la respuesta autoinmune asociada a la diabetes de tipo 1 demuestra que la intervención nutricional puede ayudar a prevenir una enfermedad que afecta a millones de niños y adolescentes en todo el mundo.

Éstas son las principales conclusiones de un nuevo estudio publicado en la revista Diabetologia y realizado por científicos del Instituto Nacional de Salud y Bienestar de Helsinki (Finlandia).



La diabetes de tipo 1 afecta sobre todo a los jóvenes

La diabetes mellitus de tipo 1, o diabetes mellitus insulinodependiente, afecta a más de 20 millones de personas en todo el mundo, con mayor frecuencia a hombres; en Italia la padecen unas 300.000 personas. La diabetes de tipo 1 suele denominarse "juvenil", ya que la enfermedad tiende a diagnosticarse predominantemente en la infancia o la adolescencia, sobre todo entre los 5 y los 7 años de edad y durante la pubertad. La diabetes insulinodependiente es un trastorno autoinmune, en el que los anticuerpos atacan las células beta del páncreas. Como consecuencia, la producción de insulina, la hormona necesaria para reducir los niveles de azúcar en sangre regulando la entrada y utilización de glucosa por las células del organismo, se reduce a cero. 


La falta de producción de insulina obliga a los pacientes a administrársela artificialmente para sobrevivir. En la actualidad, la diabetes mellitus de tipo 1 no tiene cura, pero el cumplimiento del tratamiento con insulina, una dieta sana y una actividad física moderada permiten mantener el control de la glucemia sin renunciar a los hábitos y conservando una alta calidad de vida. La dieta en la diabetes insulinodependiente es, por tanto, un aspecto muy importante para prevenir las complicaciones crónicas debidas a la hiperglucemia provocada por la enfermedad. Seguir una dieta controlada sirve sobre todo para mantener bajo control los niveles de glucemia y la ingesta correcta de todos los nutrientes, valorando cuidadosamente el consumo de azúcares simples y dando preferencia a los azúcares complejos. 


Investigaciones recientes han demostrado que los ácidos grasos poliinsaturados también pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la autoinmunidad asociada a la diabetes de tipo 1, ya que son capaces de modular el sistema inmunitario y las reacciones inflamatorias.



Los omega-3 reducen el riesgo de automidad relacionado con la diabetes

El nuevo estudio, dirigido por la investigadora Sari Niinistö, investigó la existencia de una asociación entre la cantidad de omega-3 en la sangre y el riesgo de respuesta autoinmune asociada a la diabetes de tipo 1, así como el papel del consumo materno de EPA y DHA en la aparición de la enfermedad en los lactantes. En concreto, los investigadores examinaron si unos niveles elevados de omega-3 son capaces de reducir la probabilidad de la respuesta autoinmune pancreática en niños genéticamente predispuestos a la enfermedad. 


Los resultados descubrieron que los ácidos grasos omega-3 pueden desempeñar un papel en el desarrollo de la diabetes de tipo 1 y contrarrestar la aparición de la enfermedad, especialmente en la infancia. Los datos confirmaron que unos niveles más altos de EPA y DHA en sangre estaban relacionados con un menor riesgo de autoinmunidad precoz, mientras que una proporción elevada de ácido alfa-linolénico respecto al DHA y de omega-6 respecto al omega-3 se asociaba a un mayor riesgo de reacciones autoinmunes contra el páncreas. Además, los investigadores hallaron una correlación entre los ácidos grasos y el tipo de alimentación del bebé; los bebés que habían sido amamantados mostraban niveles sanguíneos elevados de EPA y DHA, pero también de ácido pentadecanoico y ácido palmítico, y un menor riesgo de autoinmunidad que los bebés no amamantados. 


Como señaló Sari Niinistö, los resultados confirman que la lactancia materna y determinados componentes nutricionales de la leche materna, como los omega-3, son protectores frente a la enfermedad diabética y que el estado de EPA y DHA de los lactantes es crucial para la correcta maduración del sistema inmunitario que se produce en los primeros meses de vida.



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Los investigadores examinaron a 7782 niños, reclutados entre 1997 y 2004, con edades comprendidas entre los 3 meses y los 2 años, que presentaban riesgo genético de desarrollar diabetes tipo 1. A continuación, vigilaron la posible presencia de autoanticuerpos contra las células pancreáticas tomando muestras de sangre periódicas hasta que cumplieron 15 años. Los investigadores también facilitaron a las madres cuestionarios y diarios alimentarios para conocer detalles sobre el consumo de leche materna y de fórmula. Al final del estudio, los resultados de los análisis mostraron que la composición de ácidos grasos en la sangre difería entre los lactantes amamantados y los alimentados con leche artificial, lo que reflejaba las diferencias en la composición lipídica de la leche. De los casi 8.000 lactantes, 240 habían desarrollado autoinmunidad, y al analizar los niveles de ácidos grasos en el suero que se habían recogido en los primeros meses de vida, descubrieron una relación entre la aparición de diabetes mellitus de tipo 1 y la deficiencia de ácidos grasos omega-3. Además, se descubrió que la cantidad de leche materna consumida diariamente estaba inversamente relacionada con el desarrollo de la diabetes.



Otros estudios confirmarán el papel de los omega-3 en la prevención de la diabetes tipo 1

Según los investigadores, el estudio confirma cómo el estado de los ácidos grasos en los niños puede influir en el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 1 y cómo la leche materna puede desempeñar un papel protector contra la enfermedad. Los resultados arrojan nueva luz sobre el papel de los omega-3 y la dieta en el desarrollo de la diabetes insulinodependiente. Sin embargo, estos resultados deben ser confirmados por otros estudios prospectivos y, posteriormente, por ensayos clínicos antes de poder extraer conclusiones definitivas. Una vez establecido el papel de los omega-3, la aparición de la enfermedad también puede prevenirse mediante intervenciones nutricionales tempranas. Para estar al día de las últimas novedades de la investigación científica sobre el omega-3, suscríbase a nuestro boletín



Sari Niinistö et al; El estado de los ácidos grasos en la infancia se asocia con el riesgo de autoinmunidad asociada a la diabetes tipo 1; Diabetologia, julio de 2017, volumen 60, pp 1223-1233.