Omega-3: qué son y por qué son "esenciales
En pocas palabras: Omega-3 es una familia de ácidos grasos esenciales. Esenciales de nombre y de hecho, porque son sustancias esenciales para su salud.
Sin embargo, nuestras células no pueden sintetizar estos valiosos ácidos grasos, por lo que deben introducirse a través de la dieta (o de suplementos naturales). Más concretamente, los Omega-3 que podemos ingerir a través de los alimentos son:
- Ácido alfa-linolénico (ALA);
- Ácido eicosapentaenoico (EPA);
- ácido docosahexaenoico (DHA).
¿En qué se diferencian? Mientras que el primero es de origen vegetal, el EPA y el DHA (también conocidos como HUFA n-3) se encuentran en peces de agua salada y microalgas. Estas últimas son las formas más valiosas de Omega-3, ya que el organismo las aprovecha mejor y son más importantes desde el punto de vista clínico. ¿Sus beneficios?
- Reducen los fenómenos inflamatorios y disminuyen el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas, como trastornos cardiovasculares y artritis.
- Desempeñan un papel importante en la mejora de las funciones cognitivas.
- Los resultados de numerosos estudios demuestran que, en las mujeres embarazadas, favorecen la salud del sistema nervioso y la vista del bebé.
Pero es importante recordar que los Omega-3 no son los únicos ácidos grasos esenciales que existen. ¡Ni tampoco funcionan solos!
Omega-3 y Omega-6: la importancia de un equilibrio adecuado
Dentro de la clase de los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), a la que pertenece el Omega-3, también encontramos otra gran familia de ácidos grasos esenciales: el Omega-6.
Estas dos familias trabajan mano a mano, aunque con efectos contrapuestos: mientras que los primeros contribuyen a reducir los fenómenos inflamatorios, los segundos tienden a favorecerlos. Por ello, un correcto equilibrio entre Omega-3 y Omega-6 es indispensable para promover nuestra salud general.
Pero, ¿cuál es el equilibrio perfecto? Una dieta equilibrada debería incluir entre 1 y 3 veces más Omega-6 que Omega-3.
Sin embargo, la típica dieta occidental moderna contiene, de media, 20 veces más Omega-6 que Omega-3. Y, según los expertos, este desequilibrio puede estar detrás de la creciente incidencia de trastornos de tipo inflamatorio. Y, según los expertos, este desequilibrio puede estar detrás de la creciente incidencia de trastornos de tipo inflamatorio.
¿La solución?
Ayuda de la dieta mediterránea
La solución está más cerca, y quizá sea incluso más sencilla, de lo que cree. La dieta mediterránea le proporciona el equilibrio adecuado de ácidos grasos omega-3 y omega-6. De hecho, muchos estudios demuestran que quienes siguen este tipo de dieta son menos propensos a desarrollar enfermedades cardiacas.
Luz verde a las verduras, el pescado y el marisco, las legumbres, los cereales integrales, el aceite de oliva virgen extra, la fruta y... hasta el consumo moderado de vino. Nada de privaciones, pues: basta un poco para nutrirse de bienestar.