La mujer en la salud

Deficiencia de omega-3 en el embarazo: una afección peligrosa y común, especialmente entre los segmentos más débiles de la población

Carencia de omega-3 en el embarazo: ¡peligrosa y frecuente!

Aunque los beneficios de los omega-3 en el embarazo son bien conocidos, hay muchas mujeres que no consumen suficiente EPA y DHA durante el embarazo, poniendo en riesgo su propia salud y la de sus hijos. De hecho, los omega-3 son esenciales para el buen desarrollo del embarazo y para garantizar el desarrollo del feto. Según un reciente estudio estadounidense, las mujeres embarazadas en edad fértil sólo consumen una media de 89 miligramos de EPA y DHA al día, lo que es demasiado poco en comparación con la cantidad diaria necesaria. Los datos más preocupantes se refieren a las mujeres de los grupos socioeconómicos más débiles. Toda la investigación, realizada por científicos del Centro Médico de la Universidad de Nebraska, en Omaha (EE.UU.), se ha publicado recientemente en la revista Nutrients.

Omega-3 en el embarazo: esencial para la salud del feto y la madre

La nutrición materna es esencial durante la gestación para garantizar el desarrollo sano del feto, la salud de la madre y el buen curso del embarazo.
Varios estudios han demostrado que la cantidad y la calidad de los ácidos grasos consumidos durante la gestación influyen profundamente en el crecimiento y el desarrollo del niño.
En concreto, se ha comprobado que los ácidos grasos omega-3 consumidos por las mujeres embarazadas a través de una nutrición adecuada se asocian a un menor riesgo de depresión materna, menores tasas de restricción del crecimiento intrauterino y departo prematuro, así como a un menor riesgo de alergias y asma en los lactantes, y a una mayor capacidad neurocognitiva en la descendencia.

El DHA es el principal ácido graso poliinsaturado contenido en el cerebro humano y los bastones de la retina, y es indispensable para el desarrollo cerebral y retiniano del feto durante el embarazo, y el desarrollo psicomotor y visual del niño en los primeros meses de vida. Muchos estudios realizados en los últimos años han demostrado los efectos saludables de estos ácidos grasos, y numerosos grupos de investigación han propuesto recomendaciones sobre la ingesta de omega-3 en función de la edad, la salud y otros factores. 

Las recomendaciones diarias de consumo de omega-3 varían mucho, probablemente debido a la amplia gama de dosis utilizadas en los diversos estudios clínicos que investigan las acciones positivas de estos ácidos grasos. En cualquier caso, las indicaciones sugieren, con consenso general, una dosis mínima de 200 miligramos al día de EPA y DHA. Por ejemplo, durante el embarazo y la lactancia, la Organización Mundial de la Salud sugiere un consumo de 200-500 mg al día de EPA y DHA. 

Según la EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) y la LARN (Reference Intake Levels of Nutrients and Energy for the Italian Population) de 2014, la necesidad de DHA aumenta entre 100 y 200 mg al día durante el embarazo y la lactancia, además de los 200 mg indicados como necesidad diaria recomendada de omega-3 (EPA y DHA); a la vista de los estudios que han demostrado que el aumento de DHA en la leche materna coincide con una mejor salud general del lactante, especialmente en términos de desarrollo cognitivo y agudeza visual. El pescado también desempeña un papel importante en la dieta de la mujer lactante. Para aportar la cantidad correcta de DHA, se necesitan al menos 2 raciones de pescado (graso o semigraso) a la semana, hasta un máximo de 3-4 raciones. 

La elección del pescado para los comederos debe recaer en aquellos ricos en EPA y DHA y con bajo riesgo de contener contaminantes ambientales, como el mercurio. Por lo tanto, los peces pequeños, como las sardinas, las anchoas y la caballa, deben preferirse a los grandes, más propensos a acumular contaminantes. A pesar de la importancia de estos ácidos grasos en la salud materna y fetal, el consumo de omega-3 en el embarazo suele ser muy bajo en la dieta occidental y está influido por factores socioeconómicos que, según se ha demostrado, repercuten en la calidad general de la dieta, sobre todo en el consumo de frutas y verduras.

Bajo nivel de omega-3 en el embarazo para la mayoría de las mujeres estadounidenses

El objetivo de este estudio era utilizar los datos recogidos en una encuesta nacional (NHANES) para investigar el consumo de omega-3 en mujeres en edad fértil en Estados Unidos, y evaluar el impacto de la pobreza, la raza, la seguridad alimentaria y otros factores socioeconómicos sobre estos nutrientes. Según los resultados de la encuesta, la cantidad de DHA consumida por las mujeres embarazadas y no embarazadas era de 66 miligramos al día y 58 miligramos al día, respectivamente. Estas cantidades no incluyen los omega-3 procedentes de suplementos dietéticos; sin embargo, otros datos indican que sólo el 9% de las embarazadas habían tomado suplementos de EPA y/o DHA y sólo el 1,8% de las no embarazadas. 

Entre las mujeres examinadas, los investigadores descubrieron que el consumo de omega-3 disminuía a medida que aumentaba la pobreza, y que las que tenían estudios universitarios mostraban niveles más altos de omega-3 que las que tenían menos estudios. "Nuestros resultados demuestran que el bajo consumo de omega-3 debe ser motivo de preocupación para las mujeres embarazadas y en edad fértil en Estados Unidos, y que los grupos más débiles son más susceptibles de sufrir deficiencias", afirmaron los investigadores en las páginas de Nutrients, subrayando la necesidad de estrategias dirigidas a aumentar el consumo de omega-3 para mejorar el estado de salud maternoinfantil. Comentando de forma independiente las conclusiones del estudio, Harry Rice, Vicepresidente de la Organización para el EPA y el DHA (Goed), afirmó que estos resultados proceden de una investigación bien diseñada y sugieren los beneficios de la suplementación con EPA y DHA para las mujeres embarazadas, sobre todo cuando se trata de reducir la probabilidad de parto prematuro. De hecho, como bien saben los expertos, llevar a término un embarazo a tiempo aumenta considerablemente la probabilidad de gozar de buena salud tras el nacimiento, lo que pone de relieve lo crucial que es el consumo de omega-3 para las embarazadas. Las investigaciones actuales hacen hincapié en la necesidad de fomentar el consumo de EPA y DHA mediante el consumo de pescado y/o la suplementación con complementos de buena calidad.

Algunos detalles significativos del estudio

Los científicos, durante la investigación, utilizaron datos de 7.266 mujeres que habían participado en la Encuesta Nacional de Salud and Examen de Nutrición (NHANES) recogidos entre 2003 y 2012. De ellas, 6.478 se referían a mujeres en edad fértil, mientras que 788 eran mujeres embarazadas en el momento de la encuesta. De los datos recogidos, los relativos al estado nutricional indicaban que la ingesta media de EPA y DHA de la población era de 89 mg y no había diferencias significativas entre mujeres embarazadas y no embarazadas. 

Al analizar las cifras por subgrupos, los investigadores descubrieron que el consumo de omega-3 estaba asociado con el nivel sociocultural y la etnia de las mujeres participantes. Las personas blancas no hispanas en edad fértil tenían los niveles más bajos de EPA y DHA, con una media de 78 mg al día, en comparación con las mujeres hispanas (94 mg), las mujeres negras no hispanas (112 mg) y las mujeres de otros orígenes étnicos o multirraciales (142 mg). 

Muchos factores parecen contribuir a estas disparidades alimentarias, entre ellos el elevado coste en Estados Unidos de los alimentos más sanos. Las personas de los hogares más pobres tienen menos probabilidades de consumir verduras y frutas y más probabilidades de comprar alimentos ricos en grasas y azúcares y, en consecuencia, más probabilidades de manifestar carencias nutricionales. También se observó que el uso de suplementos vitamínicos y omega-3 en estos grupos de población era muy poco frecuente.

Programas de intervención para las poblaciones más débiles

En conclusión, las pruebas sugieren la necesidad de animar a las mujeres estadounidenses a consumir mayores cantidades de EPA y especialmente de DHA. Sin embargo, serán necesarios más estudios para determinar qué tipo de intervención es la más adecuada para poblaciones específicas, en particular las de bajos ingresos, que también resultan ser las de mayor peso corporal y acostumbran a seguir dietas de mala calidad, con resultados negativos para la salud infantil y materna. De hecho, como señalaron los investigadores, "a medida que la población estadounidense se diversifica, las cuestiones relacionadas con la salud y las disparidades alimentarias adquieren una relevancia aún mayor".

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Fuente: 

T.M. Nordgren et al. "Ingesta de ácidos grasos omega-3 en mujeres embarazadas and Mujeres en edad fértil en Estados Unidos: ¿Potencial deficiencia?". Nutrients ; 2017, 9(3).

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